¿Tu psicólogo te confrontó y te enojaste? Tienes que leer esto...
Una de las experiencias más comunes y a la vez más incómodas en un proceso terapéutico ocurre cuando el psicólogo confronta al paciente. Muchas veces, ese momento despierta enojo, resistencia o incluso la idea de que “algo no está bien con la terapia”. Pero, ¿y si en realidad fuera todo lo contrario?
La confrontación no es un ataque
Cuando tu psicólogo te confronta, no lo hace para juzgarte ni señalarte con dureza. La confrontación es una herramienta terapéutica que busca ayudarte a ver lo que no puedes o no quieres ver. Es como poner un espejo frente a ti para mostrarte aspectos que quizá has evitado, pero que son necesarios para avanzar.
Sí, a veces duele. Toca fibras sensibles y despierta emociones incómodas, porque trae a la superficie esos temas que solemos esconder. Pero justo allí está la clave del cambio.
El enojo en terapia tiene un propósito
Sentir enojo en una sesión no significa que la terapia vaya mal. Todo lo contrario: es señal de que algo importante se está moviendo dentro de ti. Esa reacción emocional indica que has tocado un punto clave en tu proceso.
Una terapia efectiva no se limita a validar tus emociones o a escucharte pasivamente. También te reta a cuestionarlas, comprenderlas y transformarlas.
Una invitación a crecer
Si tu psicólogo te confrontó, míralo como una invitación a crecer y no como una agresión. Esa incomodidad puede convertirse en el motor que impulse tu autoconocimiento y tu capacidad de cambio.
La terapia es mucho más que “hablar de lo que te pasa”. Es un espacio donde, con acompañamiento profesional, puedes explorar tus patrones, revisar tus creencias y atreverte a cambiar lo que ya no te sirve.
Sanar también incomoda
El crecimiento personal no siempre es agradable. Sanar puede doler, y la incomodidad es parte natural del proceso. Cada confrontación, por difícil que parezca, es un recordatorio de que estás avanzando hacia una versión más consciente y libre de ti mismo.
Así que, la próxima vez que sientas enojo porque tu psicólogo te confrontó, pregúntate:
¿Qué parte de mí se está resistiendo a cambiar?